Como muchos de vosotros sabréis, soy socio desde su fundación del Club Català de Ciència-ficció, Fantasia i Fàndom, también conocido como (cf)3 o cf al cubo o incluso como cf3. Como su nombre indica es un club que abarca varias temáticas dentro de lo que se ha dado en llamar subcultura o cultura dispersa. Así que dentro del mismo club hay pequeños grupos temáticos formados por socios de dicha entidad, denominados “universos”.
Hay por ejemplo universos dedicados a Harry Potter, El señor de los anillos, Star Trek (siendo la mayoría de personas que forman este grupo provenientes de la extinta agrupación T de Trekkies), Rol, etc.etc. Yo diría que el universo más activo es el llamado universo “Manga”, que recientemente nos deleitó y aterrorizó con su tradicional Halloween a la japonesa. Pero claro, el tema que nos ocupa en esta ocasión, es el universo de Dr. Who. Un universo de reciente creación.
Creo que el germen de este universo lo podemos situar hace ya tiempo, concretamente el 9 de abril de 2011, cuando se realizó una actividad dedicada a esta popular serie británica. Dicha actividad consistió en explicar el origen de la serie así como hacer un repaso a todos los doctores de la serie.
Como se vio que había bastante gente interesada en este tema, el 10 de junio del 2012 se realizó una nueva actividad, pero esta vez dedicada a la serie Torchwood, popular spin-off de Dr. Who. En esta ocasión ya de cara a formar un universo sobre este tema en concreto, aparte de aprovechar para hablar del origen de la serie de Torchwood y ver un episodio de la misma.
Tras este acto fundacional, y después de hablar largo y tendido entre los miembros de dicha nueva colonia, se decidió hacer una actividad más en “petit comité”, y más de carácter privado. Dicha actividad tuvo lugar el pasado día 28 de octubre en casa de dos de los miembros del grupo, sita en la bella localidad de Sant Adrià del Besós. Nuestra idea principal era ver algún episodio de la serie, por supuesto, así como hablar someramente sobre el futuro de nuestra actividad colonial.
Una de las personas más activas del grupo consiguió los primeros episodios de la serie, fechados en 1963. Y decidimos verlos. Así la velada empezó con el primer episodio, titulado An Unearthly Child, y cuya deriva troglodítica no nos acabó de convencer del todo. La serie en sus comienzos tenía estructura de serial clásico, con varios episodios cortos que iban continuando una historia algo más larga durante varios capítulos diarios. Empezamos con ganas el primer episodio, descubriendo dicha estructura serializada, así como al primer Doctor de la serie, su histérica nietecita y otros aspectos interesantes de los inicios de la serie.
Posteriormente el interés fue decayendo, porque está visto que la televisión de los años 60 poco tiene que ver con la televisión actual, mucho más dinámica y compleja en estructura y guión. En el tercer episodio desistimos de continuar con el serial. Pero en cambio pudimos hacer un salto generacional y seguir viendo episodios pero esta vez un capítulo de la recién estrenada séptima temporada del renacimiento de la serie acaecido en el 2005 (gentileza nuevamente de nuestra “arqueóloga” televisiva). Así como elipsis temporal que abarcaba unos 50 años, dimos el salto de los primeros episodios a los últimos. Lo cual nos pareció muy acertado, dado el estilo viajero espacio-temporal de esta mítica serie.
La velada terminó con un estupendo ágape, que incluía varios deliciosos daleks chocolateados, gentileza de otro habilidoso miembro del “universo”, los cuales fueron “exterminados” con voracidad dado su exquisito sabor, y a pesar de que algunos “componentes” de los mismos no parecían digeribles del todo.