Como alguno ya habrá deducido me gusta la ciencia-ficción en todas sus formas. Lo que quizás no haya explicitado todavía, al menos en estas páginas, sea mi gusto por la ciencia-ficción norteamericana de los años 50. Sí, lo reconozco, me gustan todas aquellas producciones de serie B e incluso Z de esa década.
Es verdad que por aquellos años no sólo se estrenaron grandes bodrios, también se produjeron grandes clásicos de la ci-fi, como Ultimatun a la Tierra, Planeta prohibido, El increíble hombre menguante o La invasión de los ladrones de cuerpos, que también son de mi agrado, evidentemente. Pero podríamos decir que el noventa por ciento era más bien de escasa calidad.
Así que cuando apareció en el mercado del dvd de nuestro país, hace ya unos años, una colección dedicada a este “género”, me causó una gran alegría. Lo que no me gustó tanto fue el precio de cada película, lo que hizo que no me comprara ninguna de ellas, hasta ahora que he podido aprovechar una oferta de 3×2 en una conocida cadena de venta de productos “culturales”.
A raíz de esta oferta me compré el film El planeta fantasma, el cuál he podido visionar recientemente y del cual quisiera hablaros en estas líneas.
He de aclarar que por lo visto en nuestro país el filme se pasó a llamar El planeta fugitivo, un nombre quizás más comercial, pero que queda un poco raro cuando durante toda la película los personajes hablan del misterioso “planeta fantasma” y nunca mencionan ningún planeta “fugitivo”.
Otro aviso inicial es que a pesar de que todos los elementos que iré comentando sobre este filme nos remiten a la producción americana de serie B de los años 50, el mismo no se estrenó en esa década, sino que fue realizado poco después, a inicios de los 60, concretamente en el 1961.
Ya que hablamos de años, decir que la acción como cabria esperar tiene lugar en el futuro, en el año 1980, donde los americanos (por supuesto) tienen al menos una base en la Luna. Como también era de esperar, la base está integrada por militares, e incluso a los dirigentes de la base los vemos ataviados con trajes militares.
La tranquilidad de la base lunar se ve truncada cuando se produce en la zona una serie de desapariciones misteriosas de naves que causa una gran preocupación y encargan una misión de investigación de los hechos a nuestro protagonista el capitán Frank Chapman, el cual tiene que abandonar por el momento su preparación para una misión a Marte para ocuparse de esta investigación espacial. Durante la película se habla en todo momento de naves espaciales, pero lo que vemos en pantalla son más bien cohetes. Así, nuestro héroe parte en su cohete a investigar las extrañas desapariciones.
Después de bastante tiempo sin encontrar nada la nave del héroe sufre un accidente lo que le hace salir al espacio donde él mismo sufre también un accidente que hace que su compañero en la misión también salga al exterior y muera trágicamente no sin antes rezar un padrenuestro.
A partir de aquí la cosa se anima y nuestro héroe por fin llega al planeta fantasma del título tras un aterrizaje de emergencia con su cohete espacial. Allí, oh sorpresa, resulta que descubre que los habitantes del planeta misterioso son minúsculos, ya que se trata de unos liliputienses espaciales.
Supongo que por falta de presupuesto en efectos especiales, resulta que nuestro héroe también se ve reducido hasta alcanzar el tamaño de los habitantes del extraño planeta. Esto que puede parecer magia, resulta que poco después es explicado por el dirigente del planeta, que al parecer tiene la teoría que la atmósfera de cada planeta hace que la gente que se encuentre en él se adapte a sus condiciones, ya sean de tamaño o no, lo cual será utilizado más adelante para volver a nuestro héroe a su tamaño original.
Por supuesto, estos pequeños alienígenas hablan todos inglés, lo cual sorprende a nuestro héroe, aunque a nosotros ya no nos sorprende. Aunque sí es verdad que ante la sorpresa del terrícola, los liliputienses le explican cómo es posible que le entiendan perfectamente. Cosa que me pareció curiosa, ya que no se suele tratar de explicar “científicamente” porque todos los habitantes de lejanos planetas hablan inglés. El caso es que, evidentemente al héroe lo capturan estos liliputienses y recibe un juicio rápido, donde es declarado culpable y condenado, para sorpresa de él y mía, a restar libre en el planeta.
En este punto no me quedó claro si es parte también de la condena o no, pero a nuestro héroe le obligan a elegir esposa entre dos bellas damas, una rubia y otra morena, siendo la morena muda. Aquí hay un poco de historia romántica, y de triangulo amoroso, porque resulta que la rubia ya era pretendida por otro habitante del planeta fantasma.
No todo es idílico en el planeta y pronto son atacados por otra raza alienígena, llamados los solaritas por residir en el sol. Lo que es aprovechado para que veamos el típico monstruo espacial de las películas de los 50, que como era tradicional se trataba de un señor alto con un extraño traje.
Bueno, no os contaré más de esta entretenida trama, pero ya podéis ver que esta película tiene múltiples alicientes. Por lo visto es una película que dentro de la serie B, pretende tener un aire algo científico, dando explicaciones de carácter pretendidamente científico a múltiples detalles del film, como la adaptación a cada planeta, la comprensión idiomática, el movimiento errático del planeta del título, etc.etc.
También suele ser interesante en estos films analizar el papel de la mujer; por ejemplo en la base lunar, que es una base militar, sí que aparecen mujeres, aunque se las relega al papel de meras “telefonistas” para comunicarse con las naves espaciales.
Tiene su gracia también ver los efectos especiales de la época. Y en este caso hay bastantes: la base lunar, el despegue de los cohetes, la reducción de nuestro héroe, el ataque espacial de los solaritas, los propios solaritas, etc.
En definitiva estamos ante una gran película, llena de aventuras espaciales, amoríos, batallas siderales, rescate de bellas alienígenas, etc. Vamos, una gozada para el piloto Jim.