La verdad es que no suelo hacer comentarios de libros… Pero haré una excepción (espero que la primera de muchas) y os hablaré un poco de una maravilla titulada “La casa de arenas movedizas”.
El argumento en principio no es nada del otro mundo: Un par de chavales, que son hermanos, una chica y un niño viven en una gran mansión… Pero no conocen ni ven nunca a sus padres… Ese sería el inicial y principal misterio del libro…
La obra está catalogada bajo el género del “bizarro”, pero vamos, quién no conozca el género, le puede parecer fantasía simplemente…
O incluso ciencia-ficción… Pues conforme avanza la historia encontramos varios elementos de ciencia-ficción. Por ejemplo, los niños van al colegio siendo teletransportados hasta allí. No salen a la calle para nada. Además la comida la obtienen por medio de unas máquinas.
La verdad es que a parte del colegio, la mayor parte del tiempo lo pasan en lo que llaman la guardería donde son atendidos por su querida “tata”.
Una de las cosas que más me gustaban de mi juventud rolera, es cuando jugaba a Dragones y Mazmorras (Dungeons and Dragons) y tenía que explorar un “dungeon” y había múltiples caminos y puertas…
Y no sabías que te ibas a encontrar tras esas puertas, si un enemigo, un tesoro, una pista, un nuevo misterio…
Pues bien, hay un momento del libro que pasa esto mismo, los chavales han de salir de la guardería y explorar la casa… Descubriendo sus múltiples misterios y encontrando pistas sobre el paradero de sus padres…
Así que es una novela entretenidísima que engancha desde sus primeras páginas…
No sé si será típico del bizarro, pero hay alguna escena un tanto truculenta, pero nada de gore… Vamos.
La verdad es que no se puede contar mucho más del argumento pues no quisiera chafar le a nadie las múltiples sorpresas que alberga el libro.
Agradecer eso sí, a la pequeña editorial que ha publicado la obra: Orciny Press, que siendo tan pequeña ha corrido el riesgo (o quizás no) de publicar esta genial obra del maestro del bizarro Carlton Mellick III y esperamos que no sea la última de este autor que publiquen.
¡Larga vida al bizarro!