Visitando un “Mundo sin fin” (y no es la de Ken Follet)

Cartel Un mundo sin fin

En esta ocasión sí que quisiera hablaros sobre un film de los años 50: Mundo sin fin, que no tiene nada que ver con la novela de Ken Follet que es continuación de Los pilares de la Tierra.

Este film es de 1956 aunque no sería exactamente de serie B, ya que es una producción en color y en espectacular CinemaScope, además de tener muchas escenas rodadas en exteriores, por no hablar de sus excelentes efectos especiales.

La primera escena del film es una explosión nuclear, que así de entrada no viene muy a cuento, ya que seguidamente se ven unos militares preocupados por haber perdido contacto con una misión a Marte. Aunque lo más trágico es ver la familia de uno de los astronautas llorar desconsoladamente.

Fotograma del film

Tras lo cual, se explica lo que le ocurre a la mencionada misión a Marte, formada por cuatro aguerridos astronautas americanos.En este punto inicial del film me pareció curioso que se mencionaran los casquetes polares del planeta rojo, ya que por lo que tengo entendido la existencia de estos supuestos casquetes polares de Marte no se ha demostrado hasta hace muy poco.

Lo que le ocurre a la nave de Marte es lo siguiente: se topan con la típica anomalía espacial que les hace aumentar su velocidad una barbaridad y han de realizar un aterrizaje de emergencia en la superficie nevada de un planeta.

Una vez aterrizados uno de los tripulantes parece que mira por la ventana y deduce que hay oxígeno y gravedad como la de la Tierra, así que se ponen ropa de abrigo y salen fuera. ¡Olé los astronautas machotes!

Al poco rato de caminar vemos que pasan a estar en una zona árida de montaña. Este cambio de paisaje puede chocar un poco pero nuestros astronautas se lo toman con naturalidad y comentan tranquilamente la distancia que han recorrido. No podía faltar en este punto un artilugio muy de las pelis de ciencia-ficción de los años 50: el contador Geiger para saber la radiación de la zona.

Según se comenta la radiación del planeta es algo elevada pero no tan elevada para preocupar en exceso a nuestros héroes, aunque hay que recordar que se trata de aguerridos astronautas americanos. Y ya por fin llega la acción porque nuestros cuatro protagonistas se meten en una caverna, donde sufren el ataque de unas arañas gigantes.

Después de este ataque, ya fuera de la caverna, continua la acción pues en esta ocasión son atacados por una especie de cavernícolas de cara desfigurada y de tan solo un ojo. Evidentemente nuestros héroes consiguen repeler el ataque. Es verdad que los cavernícolas son muchos más, pero los astronautas cuentan con armas de fuego. Tras la victoria, nuevamente vemos la gran preocupación de los héroes por su compañero casado y con hijos y se lamentan de que esté en una misión tan peligrosa teniendo su familia allá lejos en la Tierra.

Claro que pronto encuentran otra preocupación, pues descubren para sorpresa nuestra que están en la Tierra, en una Tierra futura, eso sí. Lo que nos remite al clásico El planeta de los simios, donde ocurre exactamente lo mismo: unos astronautas americanos llegan a un extraño planeta, que resulta ser el planeta Tierra en el futuro. Lo que sucede es que en El planeta de los simios esto no se descubre hasta el final del film y aquí como vemos se averigua casi al principio de la película.

Nuestros héroes tras el ataque de los cavernícolas ciclopeos, buscan refugio nuevamente en una caverna (por lo visto no han tenido bastante con las arañas sobrealimentadas). Pero esta vez la jugada les sale bien, y descubren una civilización subterránea de humanos más o menos avanzados. Éstos les explican que hubo un gran cataclismo nuclear hace ya tiempo y a raíz de eso tenemos las arañas gigantes y los cavernícolas ciclopeos, que no son mas que humanos mutados por la radiación.

Con una de las chicas minifalderas

Así nos encontramos con una situación similar a lo que ocurre en La máquina del tiempo de H.G. Wells, pero al revés. En la máquina del tiempo en el futuro de la humanidad los humanos “normales”, llamados Eloi, viven en la superficie, y los humanos deformes, los Morlocks, viven bajo tierra. Lo curioso del caso es que uno de los cuatro aguerridos astronautas americanos de Mundo sin fin está interpretado por Rod Taylor, que años después sería el protagonista de El tiempo en sus manos, una de las adaptaciones fílmicas más conocidas de la novela La máquina del tiempo.

Pero volvamos a un Mundo sin fin y su mundo subterráneo, donde resulta que está plagado de bellas muchachas ataviadas con minifalda. Todas menos una, que lleva pantalones y que luego explican que resulta que es una chica que proviene de la superficie. Los hombres de bajo tierra son más feuchos, y llevan un casquete en la cabeza y mallas ajustadas.

En esta parte del film también descubrimos de boca de uno de los cuatro protagonistas más mayorcetes, que él tiene nietecitos y todo. ¿Como? ¿No estaban tan preocupados por el tripulante casado y con hijos?¿Y que pasa con el abuelete? Claro, como ya tiene una edad, tanto da lo que le pase…

Los hombres subterraneos

En este escenario del mundo subterráneo encontramos una de las geniales frases el film, pronunciada por uno de nuestros cuatro héroes y dirigida a los humanos del mundo subterráneo: “Venimos en son de paz, ¿nos devuelven nuestras armas?” Sí claro, que somos gente avanzada del futuro y no nos chupamos el dedo, aunque vayamos vestidos de esta manera tan ridícula…

Y claro nuestros protagonistas querrán volver a su tiempo aprovechando la tecnología avanzada de estos seres del futuro, aunque tendrán que hacer frente a la desconfianza de los humanos del mundo subterráneo (como hemos visto).

¿Podrán nuestros fornidos americanos volver a su tiempo?¿Se ligaran a alguna de las minifalderas muchachas del mundo subterráneo en plan capitán Kirk de Star Trek? Seguro que sí.

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